Las aventuras de Sombradoble (3)

Durante los últimos seis meses hemos estado desayunando en el bar homónimo del amigo Babylon, un tipo orondo o rotundo, según se mire. Un músico aficionado al reggae y a las albóndigas compactas. Es chapista, pero un día se le apareció Bob Marley en sueños y le dijo:

-Si montas un bareto reggae te comerás unos albondigones así de grandes.

Y ni corto ni perezoso, lo montó. Babylon tuvo el buen gusto de contratar a una camarera maciza, lo cual le aseguró una clientela masculina fija desde el primer día. Ella servía los cafés patinando alegremente sobre las babas de los parroquianos. Pero el novio no debía estar tan alegre, porque se las arregló para sacarla de allí, sin duda temeroso de que la gratináramos con nuestra ardientes miradas. Al menos el suelo está ahora como Dios manda.

Desde el momento en que se fue enfocamos toda nuestra atención en la última página del As, que siempre trae la foto de una tía buena con poca indumentaria. Es que si no, para qué carajo quiere uno el As o el Marca o el que sea. Porque seamos honestos, ¿cómo se puede hablar tantísimo de una cosa que siempre es lo mismo? A saber: «El equipo somos once», «No infravaloremos a nuestro rival» y «Árbitro: úntale mierda al pito». Un día, que digo yo que andaría pasado de Valdepeñas, se me ocurrió abrirlo y lo primero que vi fue el nombre de un jugador llamado, atención, Gabi Milito. Parece totalmente de coña, porque el segundo apellido cómo será, ¿Fofito? Pero no queda ahí la cosa, que tres páginas más adelante leo que Michael Schumacher juega en un equipo de tercera regional en Suiza. ¿Y cómo creen que se llama el entrenador? ¡Marco Ferrari! Amos, hombre. Desde entonces, directo a la última página, que da lugar a comentarios taladrantes como éste:

MA: Pero es un poco rara de cara, ¿no?
CD: Que la cara está más parriba, pringao.
MA: Ofú…

Y así día tras día. Con las fotos de las tías creo yo que pasa igual que con el fútbol: que se puede hablar infinitamente de ello aunque siempre sea lo mismo. Será por eso que salen en el mismo periódico, así, sin complejos.

En el Babylon hemos conocido a otros amigos inolvidables como Tomateenseñao o el borracho de guardia que tiene todo bar que se precie, y cuyo nombre me abstendré de citar aquí por respeto. Atento al detalle: yo me abstengo, pero él no se abstiene. Tomateenseñao también se dedica a soplar, pero el saxofón, y como persona es más sencillo que estar sentado. Es jardinero. De él y Babylon pueden oírse cosas así:

TE: ¿Que tú conoces a mi hermano Nene?
B: Claaaro, el Nene, yo estuve con él en el instituto. Yo hice primero, primero, segundo, segundo, tercero, cuarto y cuarto. Siete años en el instituto y al final no me lo saqué. Tu hermano no, tu hermano era un empollón.

O bien:

TE: Las pirámides esas, no me gustaron nada. Un puñaísimo de piedras muy mal puestas una encima de otra, muy viejísimas… Vaya, yo no sé si estaba en Estambul o en Turquía.

Desgraciadamente, el Babylon ha cerrado. Se ve que el reggae no pega tan fuerte como antes. Y lo peor es que el pobre Babylon tiene ahora unas pesadillas horribles. Bob Marley se le aparece en una nube de humo (denso) y le persigue mientras le lanza unos albondigones así de grandes. Y tirando a dar.

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